José
luis de jesus miranda fue el líder del culto religioso “Creciendo
en gracia” el cual a pesar de no tener hoy el mismo impacto y
fieles seguidores que años atrás, sigue siendo un movimiento grande
con muchas sucursales en el mundo; sobre todo en Colombia, país de
gente imbécil.
No
es mi intensión dar a conocer una larga lista de razones por las
cuales se demuestra que esta secta es solo un engaño más, un engaño
peligroso y esclavizador para todo aquel que caiga en su garras. Creo
que eso lo sabe todo el mundo. Mi verdadera intensión es hacer un
pequeño estudio del antiguo líder de esta peculiar vertiente del
cristianismo.
José
luis, puertorriqueño de nacimiento y drogadicto desde la tierna
infancia, fue solo, por mucho tiempo, una pequeña partícula del
enorme monstruo de la delincuencia que azota cada rincón del mundo.
Hasta que el mismísimo Jesus de Nazaret se integró con él,
volviéndose así la segunda venida de Cristo.
Sin
importar lo ridícula que sea su historia, no puede dejar de ser
interesante la forma en que este insignificante hombre, con un pasado
tan indeseable y una personalidad para nada atrayente, pudo doblegar
el espíritu de miles, millones de personas que lo consideran un
verdadero dios ambulante y harían lo que fuera por él.
Tal
vez existen personas, pocas afortunadamente, que nacen con algún
tipo de poder inexplicable, “sobrenatural” que les permite
ejercer una enorme influencia sobre un gran número de seres humanos,
permitiéndoles cambiar su manera de pensar y convertirlos fácilmente
en su pequeño (o enorme) ejercito de robots no pensantes.
José
luis me recuerda a Charles Manson, otro hippie drogadicto que de
alguna manera logró hacer de unos pacíficos e ingenuos jóvenes,
asesinos sin remordimientos ni conciencia. O Adolf Hitler
quien...armó un tropel muy grande. O el verdadero Jesus histórico
quien no me sorprendería si se llegara a descubrir que solo fue un
embaucador que se aprovechó de la estupidez de quienes lo rodeaban.
Reiterando,
hay personas que sin hacer el mínimo esfuerzo pueden moldear la
conciencia y voluntad de centenares, principalmente para satisfacer
sus deseos más egoístas y perversos. José es solo uno de los
muchos que usan ese poder misterioso para hacer de este mundo algo
peor e insufrible. Si esas personas usaran esa facultad en pro del
bienestar colectivo, el mundo sería un poco menos horrible de
soportar.
Pero
eso sería esperar demasiado de una especie autodestructiva.
R.A